lunes, 27 de enero de 2014

DÍA 1: Pausa para la Reflexión y Autoevaluación [PRA-1]

Me sentí como el narrador de la vieja caricatura "el hombre araña". Salí presurosa a rescatar el automóvil mal estacionado. Al tiempo que avanzaba, sentía inusuales miradas sobre mí, me concentré en mi rumbo como si tratara de ganarle al tiempo en la ingenuidad de mi paso acelerado. Soleado, olvidé quitarme el saco oscuro que contrastaba con las mangas cortas y claras. En un leve susurro, me pareció escuchar mi nombre, continué, otro susurro más, un poco más allá, polvo flotando, de entre los albañiles mi nombre en voz baja, sugerido. No era paranoia, tampoco esquizofrenia, fue la más ingenua de las distracciones sintetizada en un olvido: Llevaba puesta la etiqueta con mi nombre. Sonriendo, arranqué el motivo que me hacía sentir protagonista de la película en la pausa del curso. Azorada todavía por la posibilidad de que la grúa hubiera levantado el auto, experimenté el más suave y caluroso de los alivios al verlo ahí, con el parabrisas reflejando el sol, esos destellos de tranquilidad.

Ya en el auto, me dispuse a conducir bajo los inclementes rayos que parecían decirme “por hoy te salvaste”. La fila se volvió lenta, se me ocurrió mirar el nivel de gasolina, ¡niveles rojos! Apagué el aire acondicionado, bajé los vidrios. Una pasteurizada instantánea. Del frío del aula climatizada a la humedad del paso apresurado y de ahí, al calor dentro de esa cacerola con volante. Al dar la vuelta detrás de la Esc. Art. 123 “María Enriqueta”, recordé que en Facebook habían anunciado una promoción de bicicletas plegables para andar en la ciudad a tan sólo 2,400 pesos, ¿cara? 

Hace un par de años una bicicleta plegable de aluminio costaba alrededor de 42,000 pesos importándola desde España, pero como vaticinó mi sentido creativo mexicano, “esperaré a que los herreros saquen su propia versión”… ¡muy bien! (¡Ey curiosos, por si desean verla, o de plano, adquirirla):
PROMOCIÓN: Bicicleta plegable a 2,400 pesos en Xalapa.

Un ahorro significativo viéndolo desde esa perspectiva. La hubiera comprado, excepto que la promoción del negocio “Bicicletas para tu ciudad” fue en… la Ciudad de Xalapa. Imaginaba el absurdo escenario, “¿y si le hubiera marcado al usuario del celular y efectuado un depósito? Le hubiera pedido al instructor que me la trajera desde allá, digo, para ahorrar los gastos de envío. Aunque, mejor no, ¿qué tal si se venía pedaleando desde allá?...”; pero con todo, el entusiasmo de un juguete nuevo no se comparaba con la delicia de conducir lentamente detrás del volante que parecía castigar a mis manos (además, ¿en dónde la iba a guardar? A duras penas caben mis libros).

Me estacioné y me perdí del receso y una breve charla que al parecer, mis compañeros sí tuvieron oportunidad de disfrutar. 

2 comentarios:

  1. No, no me atrevería a "pedalear tu bibicleta", pero con gusto te la hubiera traído... al fin plegable, cabe en mi maleta (sacando mis libros).

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  2. ¡Muchas gracias!
    :-D

    Excelente detalle, pero por otro lado, nos hubiéramos privado de la lectura de algunos textos como el de Nigel Warburton.

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