jueves, 30 de enero de 2014

DÍA 4: Pausa para la Reflexión y Autoevaluación [PRA-4]

Fue un extenuante día redactando ante la computadora con reportes y apuntes.



Decidí relajarme a eso de las 19:00 horas frente a un café, tomé un bolígrafo suave en color azul y procedí a escribir de puño y letra el siguiente texto a manera de divertimento:


Tardo


Si bien mi día laboral inicia a las 8:30 am, lo cierto es que mi despertador suena estridente a las 5:30 como un disparo de salida en franca y veloz carrera para ganar el baño. ¡Ah! Pero el protocolo no es simple: Doblar toda la ropa en el orden debido para que saliendo de la ducha, ni una huella mojada deba advertirse más allá de la cortina.

Así que un bote de plástico contiene lo necesario, desde la primera hasta la última prenda de vestir, no debe faltar una sola, so pena de lamentables atrasos.

Una vez que el bote está listo - incluyendo demás enseres como jabón, champú, crema, posible cortauñas y al final, la toalla - entonces se puede proceder a lo que sigue, que es el orden de la recámara. A ver, camas tendidas, zapatos guardados, ropa sucia doblada y separada. ¿Listo? ¡A emprender la marcha hacia el baño! Estando adentro, el protocolo de desvestirse en el orden adecuado, hasta quedar en una ordenada pila a un lado del bote. De ahí, ¡agua fría!

¿Por sufrimiento?

No, por compensar las más de 14 horas diarias al grillete de la silla de oficina y activar así, la circulación de sangre en el cuerpo; pero, ¡no hay mucho tiempo para reflexionar! Pues seguramente algún miembro familiar ya estará lamentando su atraso al otro lado de la puerta...


... aunque...

... debo confesar...

... que...

... en ocasiones me toca estar ahí: azorada, tocando de manera redundante y esperar un "¡ocupado!".

Cuando se está así, no hay más opción que entrar a un baño que nadie quiere, y el cual, por cierto, nadie se molesta por arreglar, pues quien lo haga, cargará con la empresa equivalente a la cuarta parte del costo de una casa de interés social. Entre quitar azulejos, adquirir nuevos muebles, rellenar, cambiar tuberías, compensar afectaciones, modificar todas las instalaciones y demás, hemos optado por adjudicarle un ignominioso papel: El del castigo por no ganar a tiempo uno de los baños decorosos.

Hoy fue un día así, me tocó el baño ignominioso, abrí la puerta ligeramente desnivelada, pues sonó al tiempo que la empujaba y me recibía una nube invisible cargada de olor a cigarro. ¡Un anónimo miembro de la familia fuma en secreto!

Salí y volví con una vela aromática encendida, la cual, guió mis pasos en esa mañana aún más oscura, pues para mi sorpresa, la instalación eléctrica ya no funciona ni con focos nuevos. Entre lo que respiraba, había algo más desagradable, un insoportable árbitro que parecía mediar entre el cigarro y la vainilla.

Repulsión contra los minutos adversos que transcurrían sin consideración a mi asqueada reacción.

De inmediato abrí la llave de la ducha, tal vez proporcional a la repulsión fue la velocidad de mis diarios protocolos, en silencio y a oscuras. Sólo el chorro de agua a partir del giro de una perilla oxidada a punto de desprenderse.

"Nada más eso faltaría"

Mi mano trayendo uno a uno, cada paso del servicio del bote adyacente, sucesivamente, y así, los bencenos unidos vencieron a ese vaho fulminante que hacía reprimir arcadas.

El matiz de las sombras comenzó a dar paso al alba, la carrera ahora contra el amanecer, para no ver el inferido entorno del abandono. Húmeda y con frío, abrí la cortina y a contraley la toalla, cada una de las prendas hasta salir con la pila de la indumentaria anterior en el orden dispuesto. Respiro aliviada al cerrar la chirriante puerta.

Superé la prueba de la tardanza. Escucho que finaliza la sesión del aseo en los baños restantes. En unos minutos todos nos reuniremos en la cocina como si nada, porque nadie sabe a quién le toca ese día el baño de la ignominia. Todos impecables y acicalados oliendo a perfume, un periódico por ahí, tabletas electrónicas, agendas y las noticias matutinas a todo volumen.

Sirviéndome mi taza de café, pienso, <<"¿remodelar ese baño? ¡para nada! Mejor pongo mi despertador a las cinco...">>

***




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